Nuestro rendimiento mental depende del estado de la memoria, y ésta, de nuestra capacidad de atención. Estrés, depresión, déficits nutricionales, sedentarismo y medicamentos actúan de forma negativa en los procesos cognitivos. El Ser humano se adapta constantemente al medio ambiente mediante conductas, procesos y actividades mentales. Por ello, la atención, la percepción, la memoria y la inteligencia son fundamentales para sobrevivir. Nuestro mundo está lleno de estímulos diversos y peligros potenciales, pero cuando el mecanismo de la atención se pone en marcha, somos más receptivos a cuanto acontece a nuestro alrededor, aumenta nuestra capacidad mental. Y la atención es clave para entender los resortes de otros procesos mentales como la memoria. Si hablamos de memoria, tenemos que hablar de atención necesariamente. De hecho, atención y memoria trabajan conjuntamente y, en muchas ocasiones, los problemas de memoria no son tales, sino que en realidad son problemas atencionales. Hay personas que se concentran mejor que otras, unos se distraen fácilmente, otros tienen una gran dificultad para realizar dos tareas simultáneamente… Todo esto nos revela que la atención está en la base de las grandes diferencias que hay en las personas en cuanto a capacidades mentales. Quien disponga de una atención alta tendrá más posibilidades de rendimiento mental. El hecho de que la atención no sea una capacidad innata es una gran noticia, porque esto significa que podemos modificarla y, por tanto, todos podemos mejorarla y aumentar con ello nuestro funcionamiento mental general y, en especial, nuestra memoria. Sin atención no hay memoria y, sin memoria, no existiría nada, porque es el proceso de grabación, conservación y reproducción de la experiencia pasada. |