10/05/2005
DONDE ESTA LA FALLA?
La inestabilidad emocional es un rasgo de la personalidad que se caracteriza por la variación de los sentimientos y estados emotivos, así como por los altibajos del ánimo, sin motivo o por causas insignificantes.

El inestable vive en una montaña rusa emocional. Lo que un día daba sentido a su vida, se transforma en una pesada carga al mes siguiente: va dando tumbos en el terreno emocional, incapaz de conservar los afectos porque se transforman al ritmo del viento. Sin saberlo, este tipo de persona buscan el cambio contínuo para no enfrentarse consigo mismo.

Suelen ser tremendamente afables y seductores, sólo en el caso en el que no se sienten amenazados. Como están habituados a la corta duración de sus relaciones sentimentales, hacen hasta lo imposible para atrapar al otro. Los hombres consideran que las mujeres jóvenes son mucho más inestables porque buscan constantemente a su príncipe azul.

Estos son los síntomas que presentan los inestables:

Período de tristeza y abatimiento, incapacidad para experimentar placer, desinterés por todo, tedio e irritabilidad.

Culpan al entorno como estrategia defensiva, aunque en el fondo los inestables sepan que este malestar forma parte de ellos.

Los estados de euforia son comunes en su temperamento, pasan por períodos de intenso optimismo: se ilusionan y entablan relaciones fácilmente.¡Peligro!. Esa gente que conocen es la que después les cansará.

Son incapaces de afrontar fracasos o errores, se ven impulsados a romper con lo que más quieren.

Los rasgos que permiten conocer a los inestables son los siguientes:

Baja autoestima e inseguridad, lo que alimenta la desconfianza en los demás.

Inconstancia para perseverar en una tarea u objetivo marcado.

Baja tolerancia a las frustraciones

Débil control emocional

Talante enamoradizo, derivado de una gran dependencia afectiva no reconocida.

Generalmente esta clase de personas, tienen una gran dificultad para separar los diferentes aspectos de su vida. Si tienen conflictos familiares, los trasladan a la pareja, el trabajo o los amigos. Suelen ser dependientes e inseguros: necesitan apoyarse en muchos pilares y, en cuanto fallan, se ven asaltados por un sentimiento destructivo que irradia hacia otras situaciones de su vida. De ahí que rompan con lo que más necesitan antes de tener que enfrentarse a la posibilidad, aún remota, de que también falle. Con un bajo umbral de tolerancia a las frustraciones y pocos recursos internos para saber perder, es frecuente que pongan a prueba a los demás: necesitan asegurarse que, si llega el caso, podrán contar con su ayuda.

Pero la inestabilidad no es una enfermedad incurable; si se modifican ciertas conductas, la calidad de vida de estas personas mejorará. Para que esto suceda es necesario empezar ya. Si sientes que eres uno de ellos, te sugerimos:

Toma papel y lápiz y escribe los defectos de aquello que más te guste y las virtudes de lo que te desagrada. Hazlo con frecuencia. Te acostumbrarás a encontrar los aspectos positivos de cualquier situación y serás más crítico con lo que parece perfecto: así dirás adiós a sorpresas y decepciones.

Conquista la ilusión. Cuando te sientas desmotivado, no esperes que ésta venga a buscarte: sal a buscarla.

Supera tu inseguridad. La felicidad está más cerca de las personas que menos temores tienen. El camino para lograrlo es reforzando tu autoestima; piensa que sin ella difícilmente habrá un equilibrio en tus sentimientos hacia los demás.

Olvida el pasado y analiza cada situación en su contexto. No busques referencias en el ayer ni cuestiones lo bueno en los ratos de desánimo: date un respiro, haz cualquier cosa que te anime y deja la solución a tus problemas para un momento de calma.

Aprende a separar. No todo puede ser perfecto ni funcionar al punto. Saca partido de lo bueno que tienes, no lo dañes con lo malo: tan simple como prestar más atención a lo que te hace sentir bien. Encuentra el gusto por lo estable. No es cierto que todo se deteriora con el tiempo: las relaciones las estropean las personas, no ellas solas.

Disfruta de tu soledad. La certeza de saber disfrutar contigo mismo es una ventaja, incluso para convivir en pareja: se negocian mejor los compromisos porque no hay dependencia.

Todo es posible en la vida, entonces ¿por qué no modificar conductas que nos hacen daño a nosotros mismos? Este es el momento de actuar y dentro de poco tu futura familia te lo agradecerá, verás como tu vida se vuelve mejor.
Escrito por Mente Cuerpo Y Emociones @ 10/05/2005 08:53:00 a.m.  
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